Cháderton, el
chasquido de un tránsfuga transbesti.
Edgard J. González.-
Me encanta cada vez que Cháderton
interviene para sumar una nueva torpeza a la montaña de traspiés verbales que
ya tiene acumulada, pues él, mejor que muchos de los que ocupan espacio y
tiempo en los medios, demuestra la incoherencia de esa consigna idiota que
repiten con frecuencia los chavistas (que cada vez son menos, valga la
indicación), aquellas dos simples palabras con las cuales pretenden conjurar la
temida reivindicación de los copeyanos y adecos a quienes se refieren cuando
corean “NO VOLVERÁN”. Es obvio que a finales de 1998 ninguna caravana de
platillos voladores o naves tipo Enterprise hizo escala en nuestro planeta, y
más concretamente en territorio venezolano, para dejar acá una buena cantidad
de seres distintos, que se organizarían
con rapidez, para inscribirse en el Registro Electoral y Votar por el golpista
del 92, llevándolo a la presidencia, desde donde comenzaría su sistemática
labor de destrucción del país, la Economía, las Instituciones, la Convivencia
democrática y los niveles de Civilización que -con cierto esfuerzo, tras las
dos previas dictaduras militares del siglo 20- había logrado alcanzar buena
parte del pueblo que habita estos 916.425 kilómetros cuadrados.
No provenían de Marte, ni de
cualquier otro de los planetas del Sistema Solar, los que votaron por Chávez en
el 98. Mucho menos llegaron de otra porción de la Galaxia Vía Láctea. Simple y
llanamente, para escarnio de los que colocan ese NO VOLVERÁN como amuleto
contra cualquier resurgimiento de AD y COPEI, ocurrió el reacomodo oportunista
y sinvergüenzón a que está habituada una parte grande de los venezolanos, esa
que ha sido gomecista, adeca, perezjimenista, adeca otra vez, copeyana, y cuando
vieron que esa dupleta no iba a ganar, se pasaron al bando rojo rojito, con la
misma mano extendida con la que pidieron y recibieron las dádivas, que los
gobiernos anteriores a éste, también repartieron. Esa tendencia parasitaria no
nació en 1998, ya forma parte del ADN de muchos mal habituados a que papá
Estado venga en su auxilio y se ocupe de las vivezas, los folklorismos y
atavismos que han sido cultivados por los politiqueros desde que en Roma se
hicieron populares el pan y el circo.
Pero la mayoría de los chavistas se
mantiene en el más lúgubre de los anonimatos, lo que les ayuda a aparentar que
han sido revolucionarios desde que comenzaron a gatear, nadie los conoce ni va
a perder tiempo indagando los antecedentes de tantos vendevotos, que fueron
patriaomuerte de Marcos Evangelista, de Betancourt, de Caldera, de CAP -dos veces cada uno-, de Leoni, de Luis Herrera, de Lusinchi, y hasta se le guindaron a
Ramón jota, aunque su lapso fue más corto, y la adulación es directamente
proporcional a la duración del período durante el cual cada presidente va a
disponer de parte del presupuesto para complacer a esa veleidosa muchedumbre,
ese pueblo de gustos similares a los de las jovencitas que se empatan con
viejos, que imprescindíblemente deben tener mucho dinero. Yo no he visto jamás
a una chica del brazo de un indigente, ni siquiera uno joven. Millonarios, con
andadera, mascando el agua y con una mujer despampanante como su formal amante,
todos hemos visto parejas así.
Por si todavía no lo entienden,
los adecos y los copeyanos NO VOLVERÁN porque jamás se han ido del espacio que
rodea a quienes manejan el poder y los billetes. Los chavistas de hoy son el
chiripero que saltó las talanqueras blanca y verde, cuando la infinita ambición
de Caldera lo llevó a clavarle su aguijón de escorpión a su propio partido, en
aras de volver a desperdiciar una ocasión de cinco años en Miraflores. Y antes
de disfrazarse de chiripas, fueron adecos y copeyanos. O sea, que nunca se han
ido, apenas se cambiaron la franela y las consignas, pero siguen siendo los
mismos oportunistas de siempre. NO VOLVERÁN, PORQUE SE QUEDARON.
Pero con Cháderton es diferente.
Cháderton no es un desconocido, alguien proveniente del más intenso anonimato
en que se resguardan los que siempre han estado con quien sea el que ocupe ese
puesto del chivo que más mea, en esta provincia de ultramar, que ya desde
tiempos de Miranda tratando de contagiarnos esa fiebre libertaria que vivió en
las revoluciones de Francia y Estados Unidos de América, le mostró al ilustre
precursor el primitivismo de que está hecha esa porción que respalda ciegamente
a los peores caudillos, a cambio de mendrugos y discursos preñados de
falsedades y adulteraciones. Quien todo lo dio por liberar a Venezuela, y
recibió en pago la traición que lo llevó a una mazmorra y su solitaria muerte,
nos dejó la mejor descripción del rasgo que identifica a esos venezolanos en
negativo: “Bochinche, bochinche”. Relajo, desorden, demagogia, populismo,
patrioterismo y vamos deapa’tras.
Este régimen absurdo y
pretencioso, que se bautiza a sí mismo como quinta república, humanista,
socialista del siglo 21, revolucionario, despotrica de los 40 años previos al
ascenso del Führer de Sabaneta, adultera aquella realidad negando sus
realizaciones y avances, para sostener que antes y después del chavismo, hubo y
habrá el diluvio. Hablan pestes de todos los que gobernaron del 59 al 98, mientras
mayor haya sido la figuración del personero más grande el insulto y el reclamo
plañidero contra su gestión y los agravios que causaron al país -según afirman
los rojos-, que jamás disfrutó de la añorada independencia, hasta que llegó el
comacate y mandó a parar. Pero sucede que Cháderton, el exquisito, el
diplomático, el refinado, no tenía ocho añitos cuando el Charlatán Eterno
comenzó a darnos la patria que nos negaron adecos y copeyanos, ni era virgen e
impoluto cuando se arrimó sibílinamente a la montonera del 4F y las alianzas
con los peores despotismos del planeta. Cháderton formó parte de eso que llaman
los chavistas “el cogollo” gobernante, durante toda la mal llamada cuarta
república estuvo en las alturas del poder, como decía el fundador de su partido
COPEI: rolo a rolo y tolete a tolete. Y no sólo era copeyano de uña en rabo,
sino que para más señas era el sucio que hacía dueto con la uña -de acuerdo al
refrán-, el Canciller Calvani, de quien era sombra permanente. No se sabe
cuánto cariaquito morado tuvo que echarle a la bañera, cuando se exorcisó lo
verde y quedó más comecandela que Elías Jaua y Darío Vivas, juntos y bien
revueltos. Así como toda moneda tiene dos caras, Cháderton es como el Ché
Guevara, pero del otro lado.
A pesar de las siempre
incoherentes declaraciones de guerrillero de la Fifth Avenue, con lenta dicción
y soporífero estilo, ha hecho grandes esfuerzos por decir durante estos 16 años
todo lo contrario de lo que sostenía durante los 40 años anteriores. Pero
aunque declarara a diario, no hay forma de que, quienes tienen memoria y
decencia, dejen de asociar al bufón rojo de hoy con el bufón verde de ayer y de
antier. Es un tránsfuga clásico, pero su salto de talanquera, por sus
antecedentes cuarto-republicanos de larga duración, fue el equivalente a un
triple salto mortal, con red de dólares y desvergüenza. Sin embargo, el
costosísimo valet al que mantenemos con lujos en Nueva York, se superó a sí
mismo en cinismo, caradurismo y fascismo, al declarar por VTV (el canal del
Estado, que monopoliza el PSUV y puede trasladar a toda su audiencia en diez
autobuses) la siguiente barbaridad:
“Los francotiradores
apuntan a cabezas, pero llega un momento en que una cabeza escuálida no se diferencia
de una cabeza chavista, salvo en el contenido. El sonido que produce una bala en
una cabeza escuálida es mucho menor, es como un chasquido, porque la bóveda
craneana es hueca, entonces pasa rápido, pero eso se sabe después que pasa el
proyectil”.
Además de tránsfuga,
es mucho más que un travesti político, pues
trasciende el simple cambio de ropaje -de verde a rojo- característico de
aquellos que cambian de bando como quien cambia de traje. Su inaceptable
definición en base a asesinatos reales con disparos a la cabeza (que él afirma
vacía en los opositores a su régimen) es genéricamente insultante, y un
escupitajo sobre la memoria de las víctimas de la represión brutal ordenada
desde La Habana. La barbaridad lo hace un transbesti, pues con esa afirmación que acaba de proferir, tan
nazi, tan de oficial encargado de un campo de concentración, tan hutu-ruandés, el
gran Roy trasciende los límites de la bestialidad, y no sólo insulta a los
opositores que permanecemos enfrentados a este bodrio pletórico de corrupción,
anacronismo, incapacidad y ridiculez, sino que ofendió a todos los que han sido
asesinados por las bandas armadas, uniformadas, motorizadas, encapuchadas, con
las que el régimen militar refuerza su sistemática política de Terrorismo de
Estado. Ya quisiera Roy tener en su bóveda craneal el uno por ciento de los
principios, las convicciones, la verticalidad y la valentía que contenían las
cabezas de Bassil, Robert, Génesis y Geraldine, víctimas de la franquicia
castrista del siglo 21, como otras decenas de jóvenes brutalmente asesinados
por la necesidad de atornillarse en el poder, que tienen los jefes de Cháderton,
cada día más solos y desesperados, hundidos en sus fábulas, sus golpes y
magnicidios, inventando confabulaciones organizadas en Washington, Madrid y
Bogotá, mientras se arrastran ante la Nomenklatura cubana, y persisten en la
destrucción de lo que aún queda en Venezuela.
Es probable que en su loca
búsqueda de justificación para su obvia falta de sindéresis, el empleadillo de
Calvani que ahora le sirve a Delsy, crea conveniente definirse como Iconoclasta,
para darle ribetes de rebeldía y aventura al vulgar oportunismo que marca su
patético salto de copeyano araguato a chavista empalagoso e insensible, pero le
aclaro que más adecuado es el término iconoplasta. Otra cosa; Alejandro Magno,
Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo Da Vinci, Óscar Wilde, Roger Casement, Ricky
Martin, Elton John, Ángel Sánchez, Piotr Tchaikovsky, Alan Turing, lograron
niveles de excelencia en sus respectivos oficios, y la Humanidad les agradece
por sus realizaciones, no tienen reclamos pendientes. Con Cháderton es todo lo
contrario. Su biografía va a ser más falsa que un billete de 13 dólares
respaldado por el Banco de Zimbawe.
Marzo 2015
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