Ayotzinapa en Tumeremo 43/28.
Edgard J. González.-
En el Estado de Guerrero, al suroeste de México, en la costa
del Pacífico, donde está el célebre balneario de Acapulco, el 26 de septiembre del
2014 desaparecieron 43 estudiantes
de la “Escuela
Normal Rural Raúl Isidro Burgos” en Ayotzinapa (pueblo al norte de
Guerrero, de 100 habitantes, originalmente era el nombre de la finca donde se
asentó la Normal. Tenía 532 estudiantes varones, cerrada desde entonces). El alcalde de Iguala (ciudad cercana, de 115.000 hab), José Luis Abarca Velázquez, y su esposa María de los Ángeles Pineda, huyeron, ambos militantes
del PRD, compañeros de López Obrador. Los 43 fueron detenidos por la
Policía Municipal; Francisco Salgado Valladares, subdirector de la
Policía los entregó a sicarios del Cartel Guerreros Unidos. Felipe Rodríguez Salgado, subalterno del narcocapo mayor, Sidronio Casarrubias Salgado,
ordenó asesinarlos e incinerarlos. Hasta hoy van 100 detenidos, y 28 cuerpos
hallados enterrados (pero pueden ser de otra masacre).
En el Estado Bolívar, al
sureste de Venezuela, con el río Orinoco delimitando al norte su vasto
territorio, el viernes 4 de marzo un grupo de 30 mineros ilegales fueron a trabajar en la mina
Atenas, sector El Miamo -cercano a Tumeremo-,
municipio Sifontes, y no regresaron. Dos de ese grupo denunciaron que los
habían detenido en el trayecto a la mina, uniformados con Chalecos del SEBIN, y que ellos habían logrado escaparse, pero
oyeron tiros y vieron algunos cuerpos en un vehículo de carga. Los familiares y
vecinos de los desaparecidos de inmediato exigieron que las autoridades
investigaran, y el Diputado Américo de
Gracia, representante de ese Estado ante la Asamblea Nacional, hizo suya la
denuncia y activó la difusión del caso, por todos los medios posibles. La
primera reacción del Gobernador del
Estado, General Rangel Gómez, fue la de negar en términos absolutos que
hubieran ocurrido tales hechos, y varios personeros declararon que se trataba
del interés opositor por dañar la imagen
del Oficialismo y generar caos. La secretaria de organización del partido
Patria Para Todos, Ileana Medina, llegó
al extremo demagógico y cínico de afirmar que “Esas muertes tienen como fin
afectar los 14 motores de la
economía que activó el gobierno”.
La colectividad
mantuvo la presión y algunos organismos se vieron obligados a darle crédito a
la denuncia. La Fiscalía General, La Defensoría del Pueblo, el CICPC y las
Fuerzas Armadas se hicieron presentes en el espacio donde los denunciantes
ubicaban los hechos, y gradualmente aparecieron, primero indicios, luego cuerpos (enterrados, asesinados a balazos).
Como si no hubiera actuado de la manera más irresponsable al rechazar de plano
las denuncias iniciales, el Gobernador
se mantiene en su cargo, sin siquiera ofrecer disculpas por su obvia
negligencia. La Renuncia,
imprescindible en casos similares ocurridos en países donde el gobierno respeta
al pueblo y a las leyes, bajo el esquema castrochavista está fuera de toda
consideración. Todos los regímenes estalinistas mantienen la infalibilidad e inamovilidad de sus
funcionarios. Caso de fiascos extraordinarios la única posibilidad radica en la
rotación, pasa a otro cargo de igual o mayor importancia, lo que implica un premio. Jamás reconocen
haber fallado, las culpas siempre se las
achacan a terceros; la oposición, el imperio, países
contrarrevolucionarios.
Son varias las
semejanzas entre las insólitas y criminales tragedias de Ayotzinapa y Tumeremo; En ambas es elevado el número de asesinados, en ambas es evidente la ausencia
de autoridad o la participación cómplice
de funcionarios “agentes del orden” en la comisión de la masacre, en ambas
la respuesta inicial del gobierno del estado (Guerrero/Bolívar) y nacional
(México/Venezuela) fue para negar los
hechos o disminuir sus dimensiones, aunque en Iguala el Alcalde y su esposa, implicados, se dieron a la fuga para evitar ser
apresados, y el Gobernador Aguirre Rivero tuvo
que renunciar faltándole tres años de gestión, mientras en Bolívar el
gobernador no asume ni siquiera su responsabilidad en el abandono
característico del estado a su cargo, 238.800 Km2, casi la cuarta
parte del territorio de Venezuela (916.445
Km2) a merced de bandas armadas que actúan impunemente (vinculadas al narcotráfico en el norte de México, a
la minería ilegal -oro, coltan,
diamantes- en el sur de Venezuela).
Como en el caso
del terrible asesinato de Mónica Spear
y su compañero Thomas Berry, el 6 de
enero del 2014, en la autopista de Valencia a Puerto Cabello, una ciudad
industrial y un puerto, ambas ciudades de primordial importancia, separadas apenas
por 55 Kmts, en el mismo estado Carabobo, vehículos de pasajeros y de carga
viajan sin protección de las autoridades, pero para colmo el CICPC declaró que en ese trayecto funcionaban cuatro bandas
criminales, cada una operaba en un segmento de la vía, y estando en
conocimiento de ese horror las dejaban atracar
a sus anchas. Hasta que el escándalo por los asesinatos de Mónica y Thomas,
obligó a la policía a movilizarse para capturar a los miembros de UNA banda criminal, las otras siguieron
impunes. Luego de explotar el escándalo por el multicrimen de los mineros cerca de Tumeremo, nos han informado que
en el área funcionan varias bandas armadas, que controlan las actividades de
minería. Mencionan como capos a “el Juancho” en Las Claritas, “el Chingo” en El
Callao, “el Topo” en Sifontes (este último sería el que cometió la reciente
masacre; un ecuatoriano llamado Jamilton Andrés Ulloa, sus lugartenientes son
“el Potro”, Rosa Gil alias “la Doña”, y la hermana del Topo, apodada “la
Bacha”, ambas mujeres ya han sido detenidas).
El régimen
castrochavista no puede minimizar o
adulterar esta masacre, atribuyéndosela a la “ultraderecha apátrida”, como
intentaron hacer luego de negar que hubiera ocurrido, o tratar de volcar todas
las culpas sobre las bandas criminales que innegablemente mantienen el control
de ese vasto territorio, pues no sólo es obvia
la negligencia en el cumplimiento de sus funciones de resguardar todo el
territorio del estado Bolívar (cuyos yacimientos de oro, coltan y diamantes
están controlados por las mencionadas bandas armadas), sino que también han
descuidado sospechosamente el resto del territorio venezolano, en manos de
delincuentes que actúan a su libre albedrío, a toda hora y en todas partes,
incluyendo las cárceles, donde la incapacidad del oficialismo alcanza niveles
de absurda alcahuetería, permitiendo
que Pranes controlen todas las cárceles
del país, y disfruten dentro de ellas de armas, drogas, licores,
prostitutas y otros privilegios imposibles de ocurrir en el resto del planeta.
En la Venezuela
sometida por la dictadura militar manejada desde Cuba, cada día nos sorprenden
noticias que jamás sucederían en países donde el gobierno ejerza un
responsable, sincero y estricto control de la Seguridad: Un Lanza Cohetes en el vehículo de unos
hampones. Una banda de secuestradores
dirigida por un General ACTIVO. Grandes alijos de Droga trasladada por
oficiales militares en vehículos de las FFAA. Narcosobrinos con pasaporte diplomático. 32 maletas con 1.320 kgs de cocaína, no detectada en
Maiquetía, en un avión de Air France a París. Utilización de la Valija diplomática para enviar a la
Embajada venezolana en Nairobi, Kenya, alijos non santos, a diplomáticos rosados, el Embajador Carrillo desaparecido, su Secretario Sagaray indiciado en el asesinato de la
funcionaria de carrera, Fonseca, enviada
a encargarse de la embajada e investigar. Y un caso aparentemente menor, pero
muy vinculado con este mismo espacio de la reciente masacre: El “Gordo Bayón”, con prohibición
judicial de salida del estado Bolívar, viajó en avioneta privada a Caracas, y
participó en reuniones en el Palacio de
Miraflores, cerca de donde fue asesinado, a la salida de una de esas
reuniones “de alto nivel”. La frecuencia con la que aparecen funcionarios
civiles, policiales y militares involucrados en la comisión de graves delitos es alarmante, extraordinaria si lo
comparamos con lo que ocurre en el resto del mundo, escala en la cual Venezuela
ocupa los primeros lugares en asesinatos anuales (ha venido aumentando de año
en año, en 1998 fueron 4.500, desde el 2014 rebasó la cota de los 25.000
asesinatos. similares incrementos han ocurrido en atracos, secuestros,
extorsiones, narcotráfico, contrabando, corrupción administrativa, en estos 17
años de retroceso y oprobio). Estamos algo más que ayotzinapados.
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