Represión y adulterio castromadurista en Crimea
Edgard J. González publicado originalmente el 4 de Mayo, 2014
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Esta confusa mojiganga se ha bautizado a sí misma de demasiadas maneras, lo que incluye términos sencillos como: “revolucionaria, pacífica, humanista, izquierdista, bolivariana”, y compuestos, de la talla de: “socialista del siglo 21, que ama a los pobres, que empodera al pueblo, alianza cívico militar”, y cualquiera de esos vocablos queda muy mal parado si se enfrenta su teórica pretensión con su expresión en la práctica.
El término revolución en su acepción primigenia alude a un giro de 360 grados, una circunferencia completa, de manera que su significado derivado, en el campo político, que refiere a cambios abruptos en la manera de funcionar de una sociedad, tendría un defecto de nacimiento, pues al dar una revolución se llega al punto desde el cual se inició la voltereta. Habría sido más adecuado llamar media revolución al propósito de introducir cambios sociopolíticos substanciales, pues ese concepto remite a un punto de llegada que está en la ubicación contraria al punto de salida, a 180 grados de distancia y de diferencia. Quitándole la R, la Evolución es el término resultante, cuya diferencia esencial con Revolución, además de la ya referida sobre el recorrido efectuado en circunferencia, es que ocurre sin el elemento de la Violencia, que aparentemente es imprescindible para que cualquier revolución ocurra.
La Evolución ha de ser siempre un proceso gradual, armónico, lo cual permite garantizar que los cambios que se vayan logrando sean de avance, positivos, beneficiosos para todos, o al menos para la mayoría de los individuos involucrados en el complicado fenómeno de evolucionar.
Con la morisqueta chavista hemos tenido mucha violencia pero no hemos avanzado, más bien estamos en peores condiciones que en enero del 99, de modo que más bien, a la luz de la realidad actual, hemos retrocedido, hemos involucionado. Con un símil, es como si del Neanderthal, desembocara el grupo de homínidos revolucionarios, en el Pitecantropus (algunos en australopitecus, como la manada salvaje conformada por los que desnudaron a un homo sapiens en la UCV). Lo cual nos lleva a descalificar la autodefinición como pacífica, de esta pretendida revolución.
En Brasil y en Chile, dos países que comparten con Venezuela el sur del Continente americano, hubo protestas de gran calibre el año pasado, 2013. En el vecino gigante el reclamo era contra los exagerados gastos para el Mundial de Fútbol, próximo a realizarse, y en el más lejano y pequeño país austral, el motivo central de las manifestaciones era el costo de la Educación y la exigencia de gratuidad en todos los niveles. Fueron multitudinarias, intensas y prolongadas las protestas en ambos países, y sin embargo no produjeron ni un muerto, hubo muy pocos heridos leves, y detenidos, inmediatamente liberados sin encadenarlos a medidas limitantes de sus libertades.
Por el contrario, la revolución chavista, pacífica y humanista, desde el inicio de las protestas (en Táchira y Caracas), se negó a escuchar siquiera los reclamos de los manifestantes, mayoritariamente jóvenes y estudiantes, y procedió injustificadamente a responder con un mecanismo represivo brutal, que además tiene la originalidad de ser un monstruo Bifronte; por un lado policías y guardias nazionales disfrazados de Robocops, que contaban con la ayuda de tanquetas blindadas, vehículos “ballena” que lanzan fuertes chorros de agua a presión, y por el otro lado, bandas armadas y encapuchadas, que se movilizan en motocicletas, paramilitares que han actuado en coordinación con los funcionarios uniformados que supuestamente representan la Ley y el Orden, lo cual queda en duda al verlos acompañar a esos grupos de malvivientes (acá les decimos malandros, en España macarras), agrediendo de manera incivilizada, abiertamente criminal, a quienes manifiestan su rechazo al Régimen castromadurista, agresiones que incluyen el uso de armas de fuego, explícitamente prohibidas para enfrentar manifestaciones de Protesta, prohibición que obviamente está vigente a escala mundial, y respetaron en Brasil y Chile, durante las Protestas ocurridas recientemente. No hay en ningún país de Europa o América, con la excepción de Cuba, bandas armadas paramilitares que agredan a los disidentes con absoluta impunidad y respaldo del oficialismo.
Esa vergüenza la compartimos exclusivamente con “el mar de la felicidad”, la isla cárcel cuyos métodos de represión imponen sus agentes en nuestro país. Y las razones por las cuales se protesta en Venezuela son más numerosas e inclusive más importantes que las que motivaron las protestas en las patrias de la Samba y la Cueca: Más de 200.000 asesinatos en los 15 años del régimen chavista (24.763 en el 2013), 56,2% de Inflación, Devaluaciones periódicas que hacen enfermizo el poder adquisitivo del bolívar, Desabastecimiento del 32%, Dependencia en un 60% de las Importaciones, 5.000 empresas particulares cerradas, Funcionamiento a pérdida de docenas de empresas grandes expropiadas, Criminalización de la Disidencia, Emisión de dinero inorgánico, y creación de empleo también inorgánico, Disminución de la producción petrolera e importación de gasolina desde mercados extranjeros, Quiebra de PDVSA, Fascismo aplicado a través de la Lista Tascón para discriminar opositores, Corrupción generalizada, ausencia de Contraloría y Licitaciones, una gran porción de un Billón de Dólares ingresados al Fisco desde el 99, sin destino legal conocido y justificado, Intromisión de agentes castristas en asuntos militares y administrativos, lesionando gravemente la Soberanía Nacional.
Y en lugar de responder civilizadamente respecto de los temas referidos, el régimen apeló a la Represión más brutal y violadora de los Derechos Humanos, agrede e impide las Marchas, utiliza bandas paramilitares en conjunción con las fuerzas regulares, lo cual obliga a levantar barricadas (acá llamadas “guarimbas”) en parte para obstaculizar los movimientos de los colectivos armados, en parte para compensar por la imposibilidad de Marchar pacífica y libremente. Como es obvio, los venezolanos estaríamos mucho más aliviados si sólo tuviéramos que protestar por el gasto excesivo en estadiums, o para exigir la gratuidad de la Educación en general.
En Brasil y Chile no tuvieron ni un muerto, acá ha habido hasta hoy 42, cerca de 600 heridos, 60 casos de Torturas documentados, más de dos mil detenidos, la arbitrariedad es el común denominador, y no han detenido ni siquiera uno de los cientos de encapuchados que en motocicleta azotan los conjuntos residenciales, destruyen rejas, vehículos, desvalijan y disparan, con la certeza de que tienen respaldo oficial e impunidad garantizada. En Brasil y Chile no querrían algo así.
La tradicional y casi infantil división del gradiente político entre izquierda y derecha, surgida de la ubicación de conservadores y presuntos revolucionarios, en bancadas opuestas de la Asamblea en París, con la monarquía francesa moribunda y la república en trabajo de parto, con fórceps, es a estas fechas una separación totalmente maniquea, factible de mantener sólo entre individuos poco instruidos, ignorantes de la amplia gama de posibilidades que ofrecen las ideologías en la actualidad, derivado ello de los profundos cambios que han sufrido las sociedades, elementos y términos en que se basan esas ideologías (clase social, obrero, explotación, plusvalía, intelectual, dictadura, democracia, proletariado, empresariado, capacidad, necesidad, socialismo, comunismo, campesinado, industrialización, transnacional, maquila, salario, prestaciones, sindicalización, burguesía, etc), y la redefinición que todos esos conceptos han recibido en función de los avances y trascendentales cambios que en el planeta han ocurrido en los últimos 100 años (que son apenas una mínima parte del tiempo que lleva la Humanidad evolucionando, biológicamente 7 millones de años, socialmente al menos unos treinta mil años).
Pretender separar a los habitantes de una Nación (que es el conjunto que resulta de la amalgama de Espacio, Recursos, Población, Cultura e Historia) a partir de la demarcación artificial entre izquierda y derecha, no sólo es imposible e improcedente, sino que desestima que sólo en materia político-ideológica (que no es lo único que nos define), hay más de esas dos opciones goebbelianas, dirigidas a simplificar al mundo, y permitir enfrentar dos mitades artificialmente ensambladas, más fáciles de manipular por quienes detenten el poder, cosificando a los individuos como pobres y ricos, buenos y malos, negros y blancos, izquierdistas y derechistas, patriotas y apátridas.
Que la “guerra fría” se prolongara desde 1945 hasta 1991, contribuyó a mantener esas esclerosadas divisiones simplistas y, como se haría evidente luego, con patas de barro, débil sostén, pues los seres humanos tienden a ser mucho más complejos, y se distribuyen en un arco más amplio de posibilidades, no sólo en el campo de lo político partidista, sino en todas las expresiones de la Cultura (que es el conjunto de todas las realizaciones del Hombre).
El espectro de las opciones sociopolíticas necesariamente tiene un Centro y dos extremos, y la gama de posibles ubicaciones es muy amplia entre esos dos extremos, que serían los de quienes se identifican con las posiciones a ultranza, de Izquierda o de derecha, pero que afortunadamente agrupan sólo a las minorías más fanatizadas, aquellos individuos que ignoran o rechazan los profundos cambios históricos que han ocurrido y que a su vez obligan a revisar la teoría en que se fundamentaban los esquemas de funcionamiento que fracasaron, y dieron lugar con su fracaso a nuevos enfoques.
Quienes tratan a los niños como adultos, a las mujeres como seres inferiores, obviamente siguen hoy los patrones de conducta y los conceptos que tuvieron vigencia desde la prehistoria hasta muy avanzado el siglo 19. Similar atraso demuestran quienes repiten hoy las tesis y los slogans que servían de superestructura a los esquemas colectivistas, pretendidamente igualitarios, que se fueron imponiendo en la praxis histórica desde la caída del régimen zarista en Rusia, y su inmediata substitución por las improvisaciones bolcheviques que condujeron a fabricar la URSS y su corona de países satélites, mediante la interpretación de teorías, primero marxistas, luego leninistas, adulteradas por tres décadas más por el régimen policial estalinista, que luego fue perdiendo garra, a medida que sus limitaciones, derivadas de sus propias contradicciones y perversiones, hacían inviable el experimento soviético, que implosionó entre 1989 y 1991, desmembrando el gigantesco imperio que se erigió como la opción, el segundo mundo, frente al primer mundo, alianza de viejos y nuevos imperios, y lo único que quedó de aquella debacle del colectivismo (que también sacudió a la China maoísta), fue la vuelta al Capitalismo, sistema que hoy rige en la absoluta mayoría de las Economías mundiales. Cuba y NorCorea son los únicos remanentes del esquema colectivista, dos países desfasados y fracasados, que comparten el estancamiento socioeconómico, la miseria generalizada, y el parasitismo que los hace depender vergonzosamente de ayudas externas para sobrevivir, a pesar de lo cual ambos mantienen actitudes de guapos de barrio, y viven amenazando constantemente a sus vecinos más cercanos (Venezuela se convirtió en su rehén, gracias al caballo de Troya del chavismo, que nos desangra para alargar la terapia intensiva del agonizante régimen castrista). En síntesis podemos afirmar que ninguno de aquellos fallidos experimentos colectivistas del siglo veinte se acercó siquiera al Socialismo, mal pudiera ser socialista una copia del esquema estalinista que impera en la Cuba castrista, y dado que esa ineficiente dictadura ocurre desde los años 60 es engañoso presentar esta versión chavista del estalinismo caribe como del siglo 21.
Todavía más contra natura es el despropósito de darle un cariz bolivariano a este arroz con mango militarista, cuyo primordial apoyo social es el Lumpen, la escoria a la que utiliza para sembrar el terror y mantenerse por la fuerza de las armas en el poder, violando de manera permanente y descarada las Leyes y el esquema Republicano, que fueron para nuestros próceres -con el Libertador a la cabeza- el más importante de los logros. Lo más antibolivariano de esta falsa revolución, es la intensa y creciente Corrupción que la corroe a todo nivel, en especial si consideramos que Bolívar prescribió pena de muerte para quien robara de 5 pesos en adelante, y acá quienes lo tienen de escudo, han envilecido la moneda que lleva su nombre y malversado cientos de miles de millones del erario nacional, insultando a Simón al endosar con su nombre todas las barrabasadas que cometen. Con el mayor desparpajo borran su condición de oligarca, que lo fue, y le añaden la condición de mestizo, cara nueva incluida, con lo cual la propia madre del Libertador recibe su cuota de insultos panfletarios, en el torcido afán de esta secta de acuñarle genes de esclavo a Simón, para lograr la cuadratura del círculo del resentido pasticho con el cual buscan justificarse y esconder la traición a Venezuela para favorecer a la Nomenklatura castrista, algo que nadie que respete a Bolívar apoyaría.
Quizás a partir de un enfoque humorístico ya viejo, pudiéramos ejemplificar la contradictoria esencia de todos los que persisten en reimpulsar el dañino proyecto estalinista, a pesar de que ha fracasado todas las veces que ha sido implementado. Tomemos el caso genérico de una esposa hallada por su marido en flagrante encuentro sexual con el amante de la fémina en cuestión. Si el cónyuge es un hombre de ideas modernas, liberal y pragmático, se divorciará de la mujer, y muy probablemente mantenga vínculos posteriores de amistad con ella, sobre todo por el bien de los hijos de ambos.
Si el esposo en cambio, es un conservador, una persona atada a las tradiciones y con el sentido del honor acartonado, en el acto saca un revólver y mata a los dos amantes. Pero cuando el cornudo es un veterano militante de eso que llaman socialismo, real o del 21, si toda su vida ha rendido culto a Lenin, a Marx, a Stalin y a Fidel, lo más probable es que de inmediato convoque a veinte camaradas y se vayan a protestar frente a la Embajada de los Estados Unidos. Así el malvado Imperio tendrá una acusación más en el largo historial que los ñángaras, en sus distintas versiones, llevan décadas compilando.
Lo sucedido en Ucrania no sólo le puso la carne de gallina a los castromaduristas, sino que en paralelo les planteó uno de esos teoremas de muy difícil solución, en virtud de que ocurrieron, en especial en la capital Kiev, y más específicamente en el centro denominado Maiden, unas protestas como para chuparse los dedos. Con mejor organización, más determinación, mayor participación de la ciudadanía, y para colmo en pleno invierno, desafiando al clima que por esas latitudes puede ser un formidable factor en contra. Sin embargo, había coincidencias con los sucesos venezolanos, Yanukovich un presidente títere de Rusia, que sin consultar con todos los habitantes de Ucrania decidió atar el destino del país al proyecto estalinista de Putin, más o menos como pretenden hacer con Venezuela respecto de Cuba. Hubo represión brutal, y crímenes de lesa humanidad, en ambos países, asesinados 82 en Ucrania, 42 en Venezuela.
En buena parte, la posibilidad de que las protestas callejeras condujeran a una radicalización del conflicto y a un desenlace parecido al que sacó del poder como corcho de limonada al títere de Putin, Yanukovich, fue lo que obligó al régimen, por 15 años reacio a reconocer siquiera a la Oposición, a proponer un singular “Diálogo”, básicamente para exportar una imagen de régimen capaz de comer con cubiertos y sin escupir la alfombra. Pero el teorema que plantea la nueva situación en Ucrania, para los socialistos castromaduristas, deriva del hecho de que el Maduro de allá corrió a refugiarse en el regazo de Vladimir, ladinamente le rogó que interviniera militarmente en Ucrania, pretendiendo que lo repusieran por la fuerza en el trono que no supo ocupar y cobardemente abandonó, propósito imposible de alcanzar, pero que facilitó la implementación de una “consulta” en la península de Crimea, al sur de Ucrania, sobre el Mar Negro, en la vecindad de Georgia, Turquía, Bulgaria y Romanía (donde viví 4 meses, durante la tierna gestión del querubín Ceaucescu), una ubicación estratégica muy valiosa.
Esa consulta, organizada por un CNE muy similar al de Venezuela, arrojó como resultado que el 128% de los habitantes de Crimea querían anexarse a la madre Rusia, y de inmediato el bueno de Putin invadió la península en cuestión, de la manera más respetuosa y amable, como toda invasión que se precie, y como para aliviar el frío invernal, hundió un barco viejo en la estrecha salida del Mar de Azov hacia el Mar Negro, espacio encerrado al noreste del Mar Negro, donde casualmente estaba la mayoría de las naves de guerra de Ucrania, que no pueden salir de ese encierro geográfico, en virtud de la tetosterona putinense, su proyecto expansionista y exquisiteces de la categoría mesaledelforrista.
Pero lo que involucra al ñangaraje local del PSUV, sus apéndices y vesículas, es que esa fauna lleva décadas rasgándose las vestiduras, exigiendo que Puerto Rico deje de ser Estado asociado de EEUU, y que Las islas Malvinas (Falkland para los ingleses) se integren sin discusión ni pataleo a la Argentina, y han rechazado rotundamente la validez de las Consultas electorales en que las absolutas Mayorías de los habitantes de Puerto Rico y Las Malvinas han preferido mantener su status quo, como parte de EEUU y el Reino Unido respectivamente. Y eso que estas consultas no tuvieron los ingredientes de improvisación y manipulación tramposa que la apresurada y sospechosa consulta en Crimea.
El malandraje socialista del siglo 21 no ha hecho escándalo con lo de Ucrania y Crimea, pues La Salida de Yanukovich hace salivar a muchos en Venezuela, no conviene que se conozcan los detalles de aquel cambio de régimen, pudiera convertirse en muy mal ejemplo que condujese a las respectivas Cartas de Despido de los que gerencian la franquicia castrista por acá.
Y pudiera ser contraproducente que respaldaran con diploma, medalla, toga y birrete lo de Crimea, pues incluye una invasión militar (y en el Caribe y el Atlántico hay unos portaaviones que les producen dentera a los que aplauden la violencia, mientras ellos ejerzan el monopolio total de las armas), una Consulta chimba que más bien nombra la soga en casa del ahorcado, si nos acordamos de las chapuzas del CNE de las 4 damiselas rojas y pulcrísimas, y el contradictorio apoyo al presunto resultado de una consulta, favorable a la anexión de Crimea a Rusia, cuando desde adolescentes han estado todos estos tirapiedras (con Jaua, hasta el 98) reclamando la invalidez de toda consulta a la población que resulte favorable a sus enemigos anglosajones en Europa y América. No sabemos cómo se aplica lo de “la salsa que es buena para el pavo”, cuando la pava es pro-Democracia.
Las Malvinas están a 356 kilómetros del territorio continental argentino, Cuba a sólo 146 kmts de los Estados Unidos. Sería interesante que se pudiera realizar una Consulta a la población cubana, dando dos opciones: Seguir con la exitosa gestión de los hermanitos Castro, o pasar a ser ciudadanos del país más al norte, con el mulato Obama de Presidente. En un Proceso no organizado por funcionarios castristas o chavistas, sin cable submarino ni colectivos, ¿Qué resultados creen los lectores que obtendría esa Consulta en la Cuba actual? Un poco de extrapolación no hace daño. Si una Consulta medio turbia, le da puerta franca a Putin para intervenir con su ejército en Crimea, y ya propuso a la Duma rusa la incorporación formal de Crimea al territorio del viejo espacio zarista. Y el mundo debe aceptar esa intromisión, que mutila a Ucrania. ¿Pueden también los cubanos disfrutar de una Consulta, similar a la que ocurrió en la península de Crimea? ¿Podemos los venezolanos realizar una Consulta, sin cable, sin este CNE, y sin Smartmatic, para saber cómo es que se bate el cobre por acá?.-
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