jueves, 23 de junio de 2011

Ayer por tí
Edgard J. González


El siglo veinte produjo tiempos verdaderamente difíciles para Europa; guerras y hambrunas, persecuciones políticas, masacres militares, discriminación religiosa, crisis económicas, obligaron a muchos de sus habitantes a emigrar buscando mejorar sus condiciones y frecuentemente salvar la vida misma. Venezuela estuvo entre los primordiales destinos de esos europeos, no sólo por razones de clima permanentemente primaveral y diversidad paisajística, sino, y muy especialmente, por la bonhomía y hospitalidad de sus gentes, que hacían sentir casi como en su casa a quienes llegaban de allende los mares, agobiados por preocupaciones y carestías. En nuestro país no se practicaban odiosas discriminaciones, y más allá del genérico “musiú” (derivado del monsieur o “mesié”, tan en boga en el afrancesado siglo XIX) generalmente expresado con genuino cariño, los extranjeros encontraron en Venezuela libertad para el desempeño económico en cualquier actividad de su escogencia, y libertad para relacionarse socialmente, por lo que la absoluta mayoría de quienes vinieron a probar suerte en nuestras tierras la encontraron y con creces. Realizaron todo tipo de actividades sin que su condición de extranjeros fuese considerada para perjudicarlos, desde el “turco”(como llamamos en toda Sudamérica a los oriundos del Líbano, Siria, Jordania, Israel, la propia Turquía, todo ese misterioso medio oriente) que vendía “bor guotas” a domicilio, hasta los peninsulares que instalaron sus cafés, restaurantes, bodegas y pensiones en toda nuestra geografía, sin olvidar a quienes se integraron a las labores agrícolas y de construcción, dándoles un muy valioso impulso. Todos contribuyeron en la hechura de este moderno y pujante país que es Venezuela, no sólo en materia económica sino social, puesto que difícilmente encontraremos una familia de la cual no forme parte al menos uno de estos musiúes, cuyos genes han venido a darle mayor variedad y calidad a las generaciones actuales.

Tres naciones en especial han participado de este complejo proceso de asimilación integral, España, Italia y Portugal, con cientos de miles de sus nacionales tan consustanciados con nuestros paisajes, gentes y valores que hasta sembrados quedaron en nuestros camposantos, luego de esparcir sus semillas en hijos y nietos, tan venezolanos como el que más. Atrás quedaron los difíciles tiempos de las guerras y posguerras, de la escasez de empleos en sus países de origen, de los odios y rencores por razones políticas o religiosas. Distantes y difusas resultan hoy las asociaciones a los terribles nombres de lo que desencadenó aquellas diásporas y el triste alejamiento del terruño natal y los seres queridos; Franco, Mussolini, Salazar, Hitler, guerra, hambre, desempleo. Madeira, las Canarias y Sicilia nos resultan familiares sin haber siquiera salido del país, por las constantes y afectivas referencias de esos musiúes que llegaron a convertirse en nuestros amigos, nuestros padres y tíos, nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo y de juegos, nuestros compatriotas.

Los venezolanos no solucionamos los graves problemas que enfrentó Europa durante el difícil siglo veinte, pero abrimos las puertas, de nuestros espacios y de nuestros corazones, a quienes vinieron huyendo de aquellas dificultades y encontraron acá un refugio, la posibilidad de ganarse la vida con su propio esfuerzo, y la solidaridad de un pueblo que los recibió con alegría, con optimismo, con afecto. Acá inclusive lograron vencer las sinrazones que los separaban, y en este país subdesarrollado dejan a un lado las diferencias judíos y musulmanes, ricos y pobres, y llegan a compartir el dominó, las bolas criollas, y las cervezas , aplauden al Cardenales, al Magallanes o al Caracas, muy lejos de ciertas brechas y cicatrices aun sin cerrar en el viejo continente.

Pero mucho ha cambiado, tanto para el país tropical que fue magnífico anfitrión como para los países nórdicos de donde provenían esos cientos de miles de musiúes que pasaron a formar parte de nuestros pueblos y ciudades, así como de nuestros hogares. Ahora Europa es un conglomerado floreciente y unido, más firmes sus economías, organizados en torno a una única moneda, el Euro, una legislación cada vez más uniforme, cultivan celosamente la Democracia y minimizan sus fronteras para llegar a convertirse en una poderosa entidad mancomunada, la Unión Europea. Venezuela en cambio, ha debido sufrir los peores gobiernos, hasta desembocar en esta pesadilla en la que predomina el resentimiento que divide, que agrede, que trunca nuestras posibilidades. A otra escala, estamos soportando la versión caricaturesca y compendiada de aquellos camisas negras fascistas y camisas pardas nazis, que sólo interpretaban al mundo a través de la violencia, la arbitrariedad y la intolerancia revanchista.

Hoy, cuando a muchos de nuestros jóvenes les cierran las oportunidades a las que tienen derecho en una Venezuela que debiera ser de todos, por el interés de imponer a troche y moche un “proyecto” que demasiadas veces ha fracasado, rechazado por la mayoría. Cuando el desempleo muerde y el futuro inmediato se les ofrece obscuro y riesgoso. Cuando las nuevas generaciones enfrentan la amenaza de una dictadura anacrónica y guiada más por odios grupales antes que por el genuino deseo de hacer prosperar al país, la mayoría de nuestros jóvenes dirige sus esperanzas hacia las tierras de aquellos inmigrantes del siglo pasado, puesto que precisamente sus espacios de origen representan algo tangible y muy intenso para todos nosotros. España, Italia y Portugal son nuestras segundas patrias, aunque nunca hayamos estado en ellas. Así de fuerte es el vínculo que nos ha unido por espacio de casi un siglo con los españoles, italianos y portugueses que con nosotros han compartido las verdes y las maduras, en esta su segunda patria.

Por ello, duele e indigna saber del maltrato que reciben muchos venezolanos que van a Europa, y muy especialmente a esos tres países sembrados en nuestros corazones por tantos musiúes italianos, españoles y portugueses que acá han vivido, trabajado y soñado. Nos resulta incomprensible, absurdo, el enrevesado trámite para otorgar la visa, la antipática desconfianza de los funcionarios de Aduana, el exagerado celo y el interrogatorio policial a que son sometidos aquellos venezolanos que, a juicio de un tinterillo cualquiera, sean sospechosos de pretender cometer el delito de buscar sobrevivir mientras superamos nuestra temporal crisis. Algunos han sido hasta arbitrariamente devueltos, perdiendo lo invertido en pasajes e impuestos, por la simple presunción de que van a convertirse en inmigrantes ilegales. Cómo si no lo fueron la absoluta mayoría de ellos cuando les tocó venirse, con una mano delante y la otra detrás, la mayoría como pasajeros de segunda y de tercera, en viejas naves que ya fueron desincorporadas del servicio marítimo.

Los venezolanos vamos a solucionar nuestros graves problemas, superaremos esta grave situación por la que ahora atravesamos. Y quienes se vieron forzados a emigrar, volverán, porque aquí están las razones de sus afectos y de sus mejores esfuerzos. La familia venezolana se reunirá de nuevo y entonces, apenas serán tristes y lejanos recuerdos esos maltratos que no nos merecemos y esas voces despectivas, como Sudaca, que expresan todo lo contrario de lo que acá encontraron los inmigrantes de ayer, cuyos hijos hoy nos dan la espalda. El refrán dice “hoy por ti, mañana por mí”. Ayer fue por ustedes, el mañana que no esperábamos llegó para nosotros, y duele que nuestros hijos no reciban ni una porción ínfima de lo mucho que varias generaciones de europeos recibieron de Venezuela y su pueblo. Es otra buena razón para que nuestra primera y única generación de emigrantes regrese, y nos ayude a reconstruir al país desde las ruinas que hoy generan el resentimiento y la incapacidad de quienes en muy mala hora arribaron al gobierno, para destruir y dividir, inspirados en sus odios e ignorancia, hacen ya doce larguísimos e insoportables años. Las mezquindades quedarán en el olvido y, para nuestros musiúes, el cariño es el mismo.

*Publicado el 30 de diciembre del 2010 en Noticiero Dogital y Analítica.com

Negarse a ser padres y abuelos
Edgard J. González


Disculpen que escriba en primera persona, pero el tema -como verán a medida que lean- lo exige. Este es un artículo sobre asuntos absolutamente personales, y sin embargo, atañe a muchísimas personas, probablemente a casi todo el mundo


Siendo aun soltero, y mucho antes de siquiera conocer a quien luego llegaría a ser mi esposa, comencé a comprar juguetes para mis hijos, los que iba a tener en el futuro, que pasados varios años resultaron ser cuatro, tres hembras primero, y el varón, que escondió su sexo al ecosonido hasta convencerme de que, habiendo ya bateado tres hits, el cuarto turno al bate sería igualmente una niña, que se llamaría como una princesa indígena panameña cuyo nombre me gustaba, Anayansi.

Ocultó su equipo incluso al momento de salir del útero, pues venía mirando al piso y hubo que voltearlo para sorprendernos con el famoso trío de genitales, 1 tequeño y 2 nueces, que inhabilitaba el nombre que habíamos escogido. La doctora en plan de catcher, a menos de un metro de distancia (Sí, yo estuve en la sala de partos cuando nacieron los dos últimos, con las dos primeras estuvo mi madre, que además de abuela era enfermera y de las muy buenas), también sorprendida y en conocimiento de que le teníamos nombre femenino, me preguntó qué nombre le pondría (mi esposa en ese momento, luego de agotadoras horas en trabajo de parto, estaba más dormida que despierta), por lo que sólo atiné a pensar en mi propio nombre para el inocente, que debe cargar con esa marca toda su vida. Agrego que, cuando los hijos se alejaban de su infancia, sin descuidarlos, comencé a adquirir juguetes para mis nietos, abuelo precavido vale por dos.

Acá, como en la cinematografía moderna, voy a hacer un flashback, saltamos al momento cuando, recién cumplidos mis 22 años, mi madre, indigestada de telenovelas, con tono melodramático me dijo que “había estado pensando y llegado a la conclusión de que era el momento de que yo supiera quién era mi padre”, Tatatataaaaan. Sin perder ni siquiera un segundo en mi respuesta, le dije que ella había sido siempre mi madre y mi padre, y que no hacía falta nombrar a quien nunca estuvo cuando hizo falta, estéril ahora, cuando yo comenzaba a ser un adulto, a punto de graduarme de Profesor en el Instituto Pedagógico de Caracas, y que ni remotamente le iba a dar una satisfacción a quien nada puso, salvo un microscópico espermatozoide, contribución que cualquiera es capaz de hacer, pues no requiere de esfuerzo, más bien produce placer, doble, si se trata de un macho irresponsable, de esos que se limitan a “sembrar su semilla” sin ocuparse de, ni preocuparse por, el resto del proceso. Se ufanan de la cantidad de hijos que han procreado, aunque poco o nada hagan por ellos. Abundan, muy particularmente en los países donde no se educa para la responsabilidad, y los padrotes se inventan derechos genéricos, relegando los deberes para los débiles. Hasta allí llegó el súbito melodramatismo de mi madre, nunca más tocamos ese tema, aunque fue omnipresente en nuestras vidas. En lo que a mí respecta, fue un permanente recordatorio de cómo NO debe comportarse un hombre, (otros escogen seguir el mal ejemplo, para demostrar su virilidad frente a machos con la misma patología), y he tratado de ser un buen padre para cada uno de mis cuatro hijos, desde mucho antes de emerger del vientre, pues la paternidad responsable comienza con el apoyo a la mujer embarazada, esa tarea es de dos, y no termina nunca, dura toda la vida (a veces más, los recuerdos de los ejemplos de mi madre, mis tías y mi suegra, son constante referencia en mi praxis familiar, buenos ejemplos a ser emulados).

Otro flashback; Tendría yo unos catorce años cuando ocurrió un hecho sórdido, que he tenido atravesado en la memoria por décadas, y por primera vez escribo sobre eso, aunque el tardío desahogo en nada aminorará la rabia que desde entonces he sentido, ni la porción de culpa que nos correspondía a todos los que fuimos testigos, mudos y cobardes, los que nada hicimos por corregir la injusta situación que sucedió en nuestro sencillo vecindario, y me incluyo, a pesar de que era un imberbe. Otros con más edad y experiencia debieron sentir la obligación de intervenir, mas no tuvieron ni el coraje ni la dignidad para enderezar aquel absurdo episodio. A media cuadra de mi casa -materna, por supuesto- vivía una de las adolescentes más hermosas que he visto, lozana su blanca piel, largo su cabello, castaño y sedoso según recuerdo, como de muñeca las facciones de su cara, cuerpo escultural a sus 17, esa edad en que ya dejaron de ser niñas sin ser aun las mujeres cuyos cuerpos ya ostentan, prematuramente. Las estrictas normas que sus padres imponían en aquel remedo de hogar, sobretensadas por la influencia del dogma religioso (Testigos de Jehová), establecían una disciplina de tipo cuartelario, lo que impedía que la chica tuviera una vida social normal, asistiera a fiestas, hiciera amistades, conociera los amagues del amor que la adolescencia coloca, como placebos en nuestro camino, para que practiquemos mientras maduramos, hasta poder amar de veras, cuando llegue la persona indicada, no antes ni después.

En medio de prohibiciones de toda índole, encuentros furtivos facilitados por el ambiente impermeable en casa, aquella hermosa muchacha para quien estaban vedados los compañeros de estudios, los amigos y -más aun- el noviecito con acné y uniforme de liceo, elementos todos inofensivos mientras ocurran bajo la discreta supervisión de los padres en el hogar, se consiguió al atrevido con la mala intención y las agallas que requería la acción corsaria de aprovechar su inocencia, su abandono, para dejarla nuevamente sola, con las consecuencias de un proceso natural, para el cual en aquella época ni siquiera existían los mecanismos que preparan a los jóvenes para ejercer la sexualidad responsable. Distinto a la actualidad, familias no marginales, con bastante información, el autoritarismo en el baúl de lo inservible, los padres compartiendo con sus hijos, las parejas decidiendo cómo, cuándo y cuántos hijos tener, responsable y amorosamente. La vecina linda, su cola de caballo pendulando detrás de su cabeza, desapareció de nuestra barriada, expulsada por unos bichos que prefirieron la interpretación dogmática de un credo estricto, que asume la maternidad como grave falta, en lugar de llenar el inmenso vacío que ellos mismos habían creado en la vida de aquella bellísima joven, a la que castigaban por ser bella, por ser joven, por carecer de la experiencia que ellos debían enseñarle y le negaron. Para colmo, tres años después me topé con la sombra de aquella muchacha, avejentada, le faltaban algunos dientes, su pelo ya no brillaba ni estaba recogido en sensual cola, y evidenciaba avanzada gravidez. Trabajaba en un burdel en el oriente del país. Tenía yo 17 años, pero supe que no debía acercarme a hablarle, ni siquiera darle oportunidad de reconocerme, pues ello le recordaría la amarga vivencia que la empujó a esa triste situación de prostitución y miseria en que se encontraba, gracias a un tipo y una tipa que no supieron asumir sus responsabilidades, ni fueron capaces de amar a su hija, que optaron por seguir en la farsa de una religión que les impedía aceptar a su hija y a la criatura que gestaba en su vientre, una secta que les ofrece la perfección después de la muerte mientras rechacen la imperfección de los seres humanos que somos, un dogma que tras la mentira del Paraíso esconde un garrote de intolerancia, contradicción y desapego.

Desde cierto punto de vista, casi llego a darles la razón a esas bestias que le dieron la espalda a su hija y a sus nietos. Tener hijos implica tener preocupaciones, las angustias se suceden una tras otra, con cada falsa alarma durante el embarazo, con el parto o la cesárea, con el llanto cuando piden su teta, o les molesta un gas, hay que cambiar pañales, darles tetero, tomarles temperatura, llevarlos al pediatra, darles sus medicinas, alimentarlos, pasearlos, acompañarlos siempre, estar a su lado cuando gatean, cuando dan sus primeros pasos, les salen los dientes o dicen sus primeras palabras, soportar la terrible separación de horas cuando van a la guardería los primeros días, ayudarlos con las tareas escolares, consolarlos con sus reveses académicos y amorosos en la adolescencia, tratar de lograr el difícil equilibrio cada vez que creen necesitar algo y uno debe decidir entre el Sí y el No, para no malcriarlos ni frustrarlos, ser apoyo cuando caen y no pueden levantarse por sí solos, ser cómplices en sus travesuras, tragar grueso cuando más grandecitos van solos a sus actividades y regresan tarde, recuperar el aliento al verlos sanos y salvos, compartir sus entusiasmos y sus tristezas, apartarse cuando exijan estar sin nuestra compañía, respetar su independencia, celebrar sus triunfos, cargar parte del peso de sus fracasos, ellos -aunque a menudo pareciera que no nos valoran- saben que estamos cerca, que somos su roca y su piso, su hombro y su mano, su permanente respaldo, para el problema, para la diversión, para el abrazo, para el dolor. Hay más, mucho más, y todo eso se lo evitaron aquellos tiesos fanáticos desde el momento en que echaron de su casa a la casi niña, ingenua e ilusionada. Con la misma estupidez con que rechazan las transfusiones, expulsan a la preñada que es carne de su carne y sangre de su sangre. Una ganga de la moderna inquisición, castigan a dos o tres por el precio de uno.

Otra ventaja que se deriva de esa conducta intolerante y vengativa, no sienten las flaquezas del cuerpo. Pasó con mis hijos, y ahora con mi nieto, de apenas 25 días, ciertas funciones orgánicas cambian, nos debilitamos, perdemos fuerzas. Cuando vemos de muy cerca a una personita tan aparentemente pequeña y frágil, la vista se nubla, los ojos se ponen vidriosos, perdemos la noción del mundo a nuestro alrededor y nos atontamos de tal forma que nos parece que únicamente existe ese ser en torno al cual orbitamos. Increíblemente, su mano puede apenas abarcar la mitad de nuestro meñique, y sin embargo, somos incapaces de desprendernos de aquel agarre tan poderoso, nos falta la fuerza frente a ese gigante de 50 centímetros. Nos ataca cierto insomnio, orgullosos como estábamos de poder dormir como troncos por muchas horas seguidas, ahora interrumpimos el sueño al escuchar el tenue llanto de ese bebé que, inclemente, le exige a su madre, sea nuestra esposa, sea nuestra hija, que coloque a su alcance esa redonda fuente de leche natural, cuyo pezón es su primer juguete, substituto del cordón umbilical que le nutría, y al que maltrata a veces, ocasionando un dolor que es parte de la complicada y absoluta maravilla de tener hijos, y nietos.

No sé qué fue de ustedes, los que rechazaron ser padres y abuelos. Imagino que por el tiempo transcurrido ya habrán muerto, y entonces supieron que aquel espacio postmorten por el cual le dieron la espalda a su hija y a sus nietos, no existe, (si existiera tampoco los iban a admitir a ustedes dos). No se qué fue de ustedes, mi vecina linda y tus dos gestaciones (de las que yo supe). Espero que hayas tenido la suerte y la voluntad de superar todos los escollos que tus circunstanciales procreadores y la mojigata sociedad pusieron en sus caminos, y que, pese al machismo y la intolerancia, hayan podido ser felices. Yo, seguiré aferrado a mis convicciones y principios, padre y abuelo entre satisfacciones, ternura, disgustos, y lágrimas, que por cierto, no sólo se derraman cuando nos abruma la tristeza, también se llora de alegría y de emoción, como cuando se juega con los hijos, se carga al nieto, o se escribe un artículo como este.

*Publicado el 14 de febrero del 2011, ND y Analítica.-
¿ REVOLUCIÓN O SIMPLE COMPLICIDAD DELICTIVA ?
Edgard J. González.-


El 4 de febrero del 92 Venezuela conoce al comando subversivo militar MBR, a través de un Golpe sangriento y fracasado, que pretendía justificarse por el objetivo de enfrentar la Corrupción Administrativa, la Injusticia Social y el resto de los problemas graves que sufría la sociedad venezolana. 19 años después, tras 12 años en el gobierno, el cabecilla de aquella secta militar golpista (preparada por 21 años), junto a sus secuaces militares y civiles, muestran un muy negativo saldo en su gestión, evidenciando Incapacidad e Hipocresía para implementar los profundos cambios que se comprometieron a realizar. Todo cuanto criticaron de lo que ellos bautizaron como “Cuarta República” no sólo permanece en la dinámica cotidiana del país, sino que ha sido aumentado, en ocurrencia y en impunidad, irónicamente reivindicando a los “gobiernos anteriores” en los cuales era menor la intensidad de los hechos de apropiación indebida de los dineros públicos, de malversación de presupuestos, de Sectarismo, Populismo y Demagogia, las primordiales acusaciones que estos funcionarios y dirigentes del golpismo -hoy oficialistas- lanzaban contra los funcionarios y dirigentes de AD y de COPEI.

Resumiendo algunas arbitrariedades cometidas en tiempos blanquiverdes, podemos recordar al Ministro Ciliberto declarando a la prensa, ante el auge delictivo, que “a algunas mujeres les gusta que las violen”, el Canciller Calvani impuso la prohibición absoluta de proyectar el film “El último tango en París”, lo vio en Nueva York y su opusdeiana mentalidad la consideró aborrecible, el clientelismo partidista exigía “incorporar como enfermeras auxiliares a las compañeras en la lista anexa,” aunque fueran analfabetas y esa condición les convirtiera en armas mortales para los pacientes, la amante negociaba con desparpajo mientras Lusinchi daba rienda suelta a su alcoholismo y su esposa era ninguneada por la Casa Militar, que le negaba hasta el papel toilette a La Casona. En su libro “4 crímenes 4 poderes” Fermín Mármol León denuncia la impunidad a favor de específicos representantes de los Poderes Legislativo, Eclesiástico, Militar y Económico, autores materiales de asesinatos que quedaron oficialmente sin descubrir ni castigar, mientras simultáneamente algunos inocentes purgaban condenas injustamente. Célebre era la consigna “Acta mata Voto” que aludía a las trampas en los conteos electorales, por las que la Izquierda tradicional -hoy en el gobierno- reclamaba constantemente. Se repartían láminas de zinc, bloques y cemento, con fines proselitistas, estimulando la construcción de más ranchos, en lugar de asumir seriamente la construcción de viviendas buenas a precios asequibles, y educar a esa población marginal para la reproducción responsable, que condujera a un crecimiento poblacional en equilibrio con las capacidades del país para lograr la creación de empleos, la producción de bienes y la satisfacción de las necesidades de la sociedad venezolana.

Pero, con otros nombres y distintas fechas, las arbitrariedades y los errores se han dado a lo largo de estos doce años y tres meses de un régimen que “los iba a erradicar”. El chavismo mantuvo en su discurso, como su motivación esencial tanto para los Golpes sangrientos y fracasados del 92, como para pedir el respaldo electoral y llevar a cabo un supuesto cambio desde el gobierno -al cual llegan esta vez por la vía NO violenta-, el presunto repudio de los conjurados bajo el Samán de Güere en 1982, respecto de las prácticas reñidas con la Moral, la Ética y la Probidad, que con frecuencia ocurrieron durante las administraciones de adecos y copeyanos. Acá algunas contradicciones;
Tarek Saab. gobernador actual de Anzoátegui, aparecía semanalmente en las Noticias, denunciando la violación de los Derechos Humanos de algún camarada suyo, pero desde 1999 no ha denunciado ninguna violación, aunque han seguido produciéndose, con la diferencia de que “por ahora” él forma parte del equipo represor, apoya cualquier abuso y atropello con tal de que los mantenga en el poder. Las muertes de Alberto Lovera y Jorge Rodríguez fueron y siguen siendo estandarte de los eternos denunciantes de ayer, que hoy nada dicen ante crímenes similares, como los de Antonio López Castillo y Juan Carlos Sánchez. La “masacre” de Cantaura aun los lleva a promover juicios (aunque uno de aquellos pilotos fue puesto por Chávez entre los candidatos a la AN, y hoy es flamante diputado al servicio del proceso que le acusa de haber masacrado guerrilleros), pero han dejado transcurrir nueve años sin constituir la Comisión de la Verdad que investigue la Masacre del 11 de abril del 2002 en la avenida Baralt. Sospechosa negligencia.
Chavistas de todas partes del país viajaron a Caracas muchas veces para hacer bulto en las manifestaciones aclamacionistas rojas rojitas. En una de esas ocasiones, uno de los grupos que provenían de Margarita y viajaron a la capital, al regreso llegó tarde a la salida del Ferry en Puerto la Cruz, el cual ya llevaba una hora de travesía hacia Nueva Esparta. Chavistas en tierra se comunicaron vía celular con sus camaradas en la nave, y estos procedieron con armas de fuego, a detener el ferry y forzar a su capitán, bajo amenaza contra su vida, a regresar a Puerto la Cruz a buscar a sus camaradas rojos. En Cumaná, en ordenada fila en el aeropuerto, los pasajeros de un vuelo a Maiquetía iban ya a abordar, luego de chequear boletos y equipajes, cuando 20 individuos, identificados partidarios del régimen, exigieron que los embarcaran en ese vuelo -sin haber adquirido previamente el correspondiente boleto- pues debían participar en las elecciones internas del PSUV en la capital del país. A lo muy macho se metieron en la aeronave y ocuparon los asientos de 20 ciudadanos que cumplieron el trámite respectivo y no pudieron viajar. Para colmo, el grupo de asaltantes era encabezado por Luis Acuña, Ministro nada menos que de Educación del régimen. Para estos actos de indudable Piratería en alta mar y en Aeropuerto, ninguna averiguación ni sanción se ha producido. Sospechosa reincidencia.

En la urbanización 23 de enero un grupo con armas cortas y largas, identificado como La Piedrita y Alexis Vive, impidió mediante intenso tiroteo contra funcionarios uniformados, que la Policía de Caracas ejecutara un procedimiento contra el hampa en ese sector, y además amenazó con realizar una toma armada de toda la capital, si persistían las autoridades en llevar a cabo sus labores en los territorios que “esos grupos” controlan. Lina Ron se hizo muy famosa por los continuos atropellos que cometía, apoyada en una banda de motociclistas armados que sembraban el terror donde les placía. Ni siquiera la evidencia plasmada en videos fue suficiente para que esa delincuencia organizada fuese llevada a tribunales y sancionada como merecía. Se hacía un amague para enfriar los asuntos un tiempo, y volvían a sus fechorías, sabedores de que eran guapos apoyados. Un individuo sin ningún sentido del ridículo, que lleva años disfrazado permanentemente como el Ché Guevara, declara a la prensa que él y su grupo sí están armados, y que muchas de sus armas ni siquiera están registradas, y ninguna autoridad con competencia, Fiscalía General incluida, se ha dignado investigar este desfachatado reconocimiento de la existencia de esa banda armada, que actualiza la anterior Constancia de Impunidad de los grupos a los que el oficialismo dota de armamento, en su pueril imitación del proceso desilusionante cubano. Sospechosa Inacción.

La Pereña, una propiedad agropecuaria donde se ha logrado producir un rebaño caprino de excelentes cualidades, en la vía a Rio Claro del estado Lara, es invadida por chavistas que espontáneamente se autoerigen en disponedores de lo ajeno, destrozan las rejas de la entrada, cortan el agua y la electricidad a la vivienda principal donde habitan el propietario de la Granja y su familia, se pasean amenazantes con una escopeta y una cizalla, hacen divisiones internas del terreno y lo asignan a miembros de su grupo, ningún derecho ni respaldo legal, pero con sobradas agallas para enpandillarse y convertir en Botín el fruto de décadas de Trabajo, de Investigación, de Esfuerzo, tres cualidades a las que son alérgicos los que se agavillan para invadir y beneficiarse de lo que otros han producido. La Pensión Leval en pleno centro de Caracas tuvo un operativo similar: Dos bribones se presentan anunciando un Allanamiento (Ilegal, sin respaldo de Tribunal), les indican a los pensionistas que a partir de ese momento no deben pagar por las habitaciones que ocupan, y que procuren dañar la casa a fin de justificar su expropiación, trámite que inician dos meses después, tiempo durante el cual le han impedido al propietario ingresar a su Pensión, hacerle mantenimiento, cobrar por sus servicios. Tampoco en estos casos ha habido autoridades que hagan respetar el marco legal. Sospechosa ausencia.

Tras 12 años gobernando, todas las cárceles en Venezuela han incrementado sus conflictos y pésimas condiciones: Hacinamiento, tráfico de drogas y armas, Extorsión y Secuestros dirigidos por reclusos, falta de control de la población carcelaria, que debiera ser separada por su grado de criminalidad, constante violencia, y todo lo anterior sin que a las autoridades ministeriales y de cada centro de reclusión se les investigue y sancione por su evidente negligencia o complicidad en las graves fallas anotadas. Pistolas, revólveres, granadas, fusiles y ametralladoras conforman el arsenal en poder de los presidiarios, lo cual no puede ingresar sin la participación del Equipo a cargo, y nadie ordena intervenir cada Penal a objeto de poner orden y depurar al Personal, imponer un esquema que garantice la vida, integridad y reinserción, utilizar a los Especialistas en este campo, proteger en especial a los reos de menor peligrosidad que son recuperables. Sospechosa Carnicería.

Añadan los lectores la increíble gravedad de los casos insólitamente NO investigados en Venezuela; Makled, Anderson, Antonini, las 130.000 toneladas de alimentos podridos, los 150.000 asesinados, la actitud cómplice con los grupos criminales FARC, ELN, ETA, la solidaridad y generosidad con regímenes dictatoriales como los de Cuba, Irán, Nicaragua, Bielorrusia, Zimbawe, Siria, Libia, y el enorme vacío de obras concretas en contraste con la bicoca de un millón de millones de dólares que han “administrado”, y podrán tener una buena idea sobre el carácter de este régimen con doble moral y doble discurso. Lo de “acta mata voto” queda de comiquitas comparado con las estafas electorales actuales, doble y triple cedulados, centros con 100 por ciento de votos rojos, o más votantes que habitantes, 1.800.000 traslados inconsultos en un solo proceso, modificación de Circuitos para -mediante Salamandra- prestidigitar y alcanzar muchas más curules con menos votos. Cuestionan lo que practicaban, Practican lo que cuestionaban.
*Publicado el 1º de mayo del 2011. Portales Analitica y Noticiero Digital.-
RELIGION, DEMAGOGIA, POPULISMO Y DELINCUENCIA.
Edgard J. González.-

Es un lugar común dual señalar que el fenómeno de la Delincuencia, que es algo exclusivamente Social (los animales no delinquen, sólo los humanos), existe desde los inicios de la Humanidad y ocurre en todos los países. Inclusive en la fantasía que narra los comienzos de la “Creación Divina” Caín asesina a su hermano Abel, y toda clase de delitos son mencionados no sólo en la Biblia, sino en la Torá y el Corán, los manuales básicos de las tres religiones más famosas del planeta. Y precisamente los dioses y las religiones fueron inventados en la antigüedad, como herramientas para explicar a la Naturaleza y para controlar el comportamiento humano, usando el respeto por un ser supremo presunto hacedor de todo, el temor al castigo divino (el Infierno para los católicos), y cada doctrina establece los pasos a seguir para no desviarse del sendero del Bien (diez mandamientos norman la conducta de los cristianos, musulmanes y judíos tienen sus propias versiones de las tablas de Moisés). Lo irónico es que la religiosidad ha estado entre los elementos determinantes de la conducta de la absoluta mayoría de las sociedades, desde las más primitivas hasta las más modernas y civilizadas, y sin embargo ello no ha evitado la omnipresencia de la maldad en todas sus formas, crímenes individuales y colectivos han ocurrido siempre, y han sido cometidos a conciencia de que constituyen pecados, desde el punto de vista religioso han faltado a las leyes sagradas. Han sido fervientes creyentes las personas -civiles o militares- que llevan a cabo los crímenes, sus autores materiales, y la religión es parte constitutiva esencial de las Comunidades o Estados que organizan y respaldan las masacres de otros seres humanos, sacrificando a propios en la “gesta”, siendo sus máximos líderes “hombres de fe que dicen actuar en nombre de su Dios y de su Credo” los que diseñan y ordenan, desde Estafas económicas o políticas hasta Genocidios, que en muchas ocasiones han definido a las víctimas sólo por pensar o creer diferente.

Aunque en todas las sociedades ocurren delitos, es innegable que su frecuencia y proporción respecto de la población total varían de un país a otro, los índices delictivos son muy bajos o casi inexistentes en algunos países, mientras que en otros, al lado opuesto del espectro, son preocupantemente elevados, manteniéndose en valores promedio la mayoría de las naciones, correspondiendo las mejores posiciones a aquellas que han logrado equilibrar el acceso a los recursos (empleo, servicios educacionales y de salud, baja inflación, alta productividad y producción, mercados satisfechos, etc) y el control de grupos e individuos con propensión a delinquir (eficiente esquema preventivo y represivo, Justicia estricta sin discriminaciones, cárceles que reeducan y reinsertan adecuadamente). Nuestro país, lamentablemente, se ubicó tradicionalmente entre los que mantienen elevados índices delictivos, con el agravante de haberlos aumentado progresivamente desde que la secta militar patriotera es Gobierno. Durante los pasados DOCE AÑOS bajo la férula roja del chavismo procastrista, se han multiplicado las cifras de los peores delitos y la Impunidad de los delincuentes, que ya ni siquiera actúan preferiblemente de noche y en espacios con poca presencia humana, sino que ejecutan atracos, secuestros y asesinatos a plena luz del día y frente a docenas de cada vez menos sorprendidos testigos, convirtiendo la comisión de un delito en algo banal y ordinario, a lo que la sociedad se va acostumbrando, en lugar de reaccionar indignada y reclamarle a los primordiales responsables de mantener el orden e impedir y/o reprimir el delito, en todas sus formas. Solamente en Inseguridad las cifras de asesinados cada año han subido de 4.500 en 1998 a un promedio de 17.000 durante los recientes años, casi cuadruplicando el problema que la mayoría de los venezolanos coloca como el que más preocupa y perjudica, sin que por ello las autoridades competentes hayan implementado mecanismos idóneos para resolver esta calamidad, que nos ubica entre los países con mayor índice de muertes violentas a nivel mundial, 58 por cada mil habitantes.

Los atracos, secuestros y asesinatos no se multiplican exclusivamente obedeciendo al crecimiento poblacional (la población de Venezuela NO se cuadruplicó de 1999 a hoy), sino que intervienen otros factores que estimulan el aumento en la comisión de delitos, y los dos de mayor peso tienen que ver con la manera de funcionar del régimen chavista. Por una parte, no ha implementado los programas de prevención y represión que la situación requiere, básicamente porque la base de sustentación del régimen está en las zonas rojas de las cuales emana el contingente de delincuentes que perpetra los atracos, secuestros y asesinatos. Justifican el NO actuar con el “argumento” de que no se debe reprimir al pueblo, metiendo a la gente trabajadora –que es la mayoría- y a los delincuentes en el mismo saco, para demagógicamente darle sentido a su ineficiencia ante el auge del delito. Los regímenes que dicen seguir la doctrina marxista, ponen de columna vertebral de sus discursos y acciones el supuesto “despojo que los ricos han llevado a cabo durante siglos de explotación y engaño a la masa proletaria, interpretan como parte de la relegada Justicia la redistribución de los bienes y recursos, equiparando el producto de robos y secuestros con las arbitrarias ocupaciones, invasiones y caprichosas expropiaciones hechas por el oficialismo, o con su anuencia y respaldo. Las víctimas mortales, las justifican con el mismo cinismo que usó Timothy McVeigh al explicar la destrucción del edificio en Oklahoma matando 168 civiles inocentes, muchos de ellos niños en una Guardería, son daños colaterales, imprescindibles e inevitables en la consecución de los trascendentales objetivos revolucionarios”.

La Identificación con el Líder, Führer, Chairman, en su destrucción del orden establecido (contra el cual siempre se han manifestado los delincuentes) es factor esencial en la consolidación de esa base de respaldo (no sólo electoral) cuya veta fundamental está en el LUMPEN, ese sector marginal de la sociedad que tiene la menor preparación para ejercer responsablemente la Ciudadanía, y simultáneamente la mayor acumulación de carestías. Se satisfacen con poco, si esa cortedad incluye el Discurso que los justifique en su acción delincuencial y les califique como víctimas, en lugar de victimarios. Los delincuentes de toda laya y sus relacionados, familiares y amigos, forman un conglomerado cuantitativamente importante al que no se debe molestar con operativos policiales eficientes que puedan distanciar a esa masa del “Proyecto”. En cambio se les puede utilizar incorporándolos a diversos esquemas de apoyo activo a la Revolución, como las bandas mostrencas que, con palos o armas de fuego, agreden disidentes haciéndose pasar por “espontáneas manifestaciones populares” de gentes humildes que respaldan al régimen (método frecuente en Cuba), o las Milicias, el mismo musiú con diferente cachimbo, que uniformados, con rifles Kalasnikhov y un barniz de instrucción militar, bajo órdenes directas del Führer (SS en la Alemania Nazi) enfrentarán al invasor imperialista, casualmente representado por los opositores que rechazan el purgante del pensamiento y partido únicos, las recetas del estalinismo, que ya fracasaron todas las veces que fueron practicadas en el mundo entero (incluyendo a Cuba y Corea del Norte).

La praxis religiosa de milenios facilita la labor de los demagogos, que sólo deben canalizar la predisposición de los creyentes a seguir con fanatismo las indicaciones que surgen de la estructura líder, que asume una posición paralela a la de la Iglesia y sus jerarquías, repitiendo parte del dogma religioso (Dios, el bien y el mal, el paraíso y el averno), presentándose como colegas creyentes (Fidel mostraba un crucifijo en su pecho, ofrecía Democracia con elecciones libres), pero añadiéndole porciones del dogma ideológico, que conforman un andamio apoyado en la estructura eclesiástica (socialismo y capitalismo opuestos como el bien y el mal, patriotas contra apátridas, redentores versus explotadores), el mundo en blanco y negro, la intolerancia que degrada al otro para justificar su eliminación, el fascismo ordinario que no tiene escrúpulos para violar Leyes y Derechos Constitucionales, que deberían regir para todos por igual, por un cambio radical “en nombre del pueblo”, aunque la porción mayoritaria de ese pueblo se oponga y por ello sea agredida, y la porción que aparentemente aun simpatiza con el proyecto sea irrespetada, sus opiniones y decisiones simplemente no tomadas en cuenta por el régimen, que se limita a ejecutar las arbitrariedades y extravagancias que se le ocurren al carismático y temporal líder. La Nomenklatura, bagazo sesentoso que sigue sin descifrar lo que ocurrió con el Muro de Berlín, la URSS, China y Vietnám, como víctimas de anorexia ven a Cuba gorda (en vez del despojo miserable que ha llegado a ser), apoya el antibolivariano remedo de una Monarquía, incapaz de producir siquiera suficiente pan, y en este híbrido de estalinismo fidelista el monarca es simultáneamente el Rey, el Títere y el Circo, en insoportables y vacías cadenas cotidianas. Sin Lumpen ni Oportunistas, desaparecería.




DE REGRESO EN TIERRA DE PLEBEYOS.
Edgard J. González (Duque de Guarolandia).-


Salir de viaje nunca ha sido fácil, los trámites de reservar pasajes, hoteles y vehículo de alquiler han ido gradualmente complicándose. Si a ello le sumamos el Viacrucis de CADIVI, cuyo manual operativo distribuye los dólares a los oligarcas en sentido inversamente proporcional a los ñángaras del orbe, quienes reciben a maletinazos y por camionadas créditos blanditos, a pagar dos años después de que le salgan plumas a los elefantes, en tanto a nosotros, los proimperialistas, empleados de la CIA, contrarrevolucionarios y apátridas, nos asignan un máximo de $3.000, que debemos cancelar a brinco rabioso y muy frecuentemente se atoran en la Tarjeta de Crédito en los momentos más delicados, dejándonos varados en el extranjero, en la recepción del Hotel, al intentar pagar la cena en un restaurante, o cuando pretendemos comprar de antemano las entradas al espectáculo Musical o Teatral que tanto deseábamos disfrutar.
A pesar de los numerosos obstáculos que la burocracia roja va colocando para encerrarnos o amargarnos la vacación, perseveramos, logramos saltar las fronteras y cumplir un compromiso ineludible para quienes pertenecemos a esa élite de sangre azul y prosopopeya de siglos o milenios, familias curtidas de Épica e Historia, que envidian quienes no pueden trazar su árbol genealógico más allá de la abuela, y eso con serias dudas, maquillando algunos episodios en que ni la abuela sale bien parada.
La boda de mi primo-séptimo William con su adorable marinovia Catherine, me obligó a salir del encierro voluntario en que me hallaba, dedicado a mis lecturas, y a la exhaustiva revisión de los cinco tomos de mi autobiografía (de las notas al margen puede surgir material suficiente para un sexto tomo). Extrañaba los ambientes de lujo, el boato, la buena organización de eventos que, aunque dependientes de la Familia Real inglesa, requieren de la colaboración del gobierno británico, y sin embargo todo sale puntual, cumpliendo hasta los puntos y las comas de lo planificado, a diferencia de como ocurren las celebraciones y los actos perpetrados por ciertos regímenes del subdesarrollo, cuyo común denominador es que siempre terminan con poco pan y muy mal circo. Necesitaba esta catarsis, desde la boda de mi primo-quinto Felipe y la Leticia de sus tormentos, no disfrutaba de ese ambiente de genuina alcurnia, buen gusto, elegancia, y aquellas pamelas que sólo en el viejo continente encuentran sitio y lugar, aunque con sinceridad reconozco que algunos tocados exageraron en su búsqueda de la originalidad, y en vez de lucir como sombreros de primavera, parecían reducidas y novedosas antenas para recepción de señales satelitales. Pero, aparte de ese detalle, nada qué ver con el permanente desfile de cauchos de cintura, de esos kilos de más que se empeñan en mostrarse en esa franja mortadelosa entre las multicolores y raídas bermudas, y esa franelita tres tallas menor de lo que corresponde, en quien sin pudor desnuda el 70 % de sus enormes senos, y a menudo buena parte de sus várices.
Salí el jueves 21, haciendo escala en EEUU, pensando que tendría tiempo suficiente para mis diligencias en Virginia, visitas a viejas amistades en Nueva York y Boston, y llegar a Londres con la debida antelación, para no asistir al casorio familiar con el peso del jet lag. Sin embargo, los trámites en Langley fueron insoportáblemente lentos, lo que normalmente toma tres horas se llevó todo el viernes 22, y buena parte del lunes 25, lo que me obligó a permanecer en Virginia ese fin de semana, cancelar las visitas programadas a los amigos en NY y Boston, si posponía el vuelo a Heathrow corría el riesgo de no encontrar asiento ni siquiera en Business class, copadas como estaban todas las aerolíneas con la boda real como incentivo turístico de cientos de miles. Por razones obvias, la transferencia que con regularidad trasladaba los dólares para cancelar sueldos y bonificaciones especiales al personal contratado fuera del territorio de EEUU, fue dificultándose hasta ser suspendida totalmente. Pero lo que parecía un perjuicio, resultó una bendición, puesto que los pagos pendientes se acumulan y son el antídoto perfecto al mecanismo perverso de CADIVI, pues resuelve el gravísimo problema de los oligarcas en el exterior, no tener poder adquisitivo. En Venezuela me las arreglo a duras penas para sobrevivir con el sueldito criollo y absolutamente escuálido (cuando comencé como agente de la CIA yo era el único con fachada legal de Profesor, ahora sobran los “colegas” educadores que imploran un carguito de espías aunque sea a medio tiempo, pocos lo han logrado, y la competencia con otras profesiones es reñida), pero compenso esas penurias con la seguridad financiera que me brindan esos dolarillos acumulados, que debo pasar a buscar en la sede principal de Langley (deberían abrir una oficina de pago en el aeropuerto Kennedy de NY, nos beneficiaría mucho salir de ese trámite estando ya en la ciudad que nunca duerme, en caso de retardos administrativos se aprovecharía el fin de semana cumpliendo compromisos sociales, cercanos a la taquilla en la que cobramos).
No voy a aburrirlos contándoles las minucias de lo que hice desde el martes por la tarde, al llegar a Londres, y el viernes por la mañana, cuando por cuestiones de protocolo todos debíamos ser muy puntuales y estar en la catedral de Canterbury a las 10 am ¡ Sharp ! Me asignaron asiento en la hilera detrás de la Reina Sofía, Felipillo y Leti, por haber mayor consanguinidad con el clan de los Borbones. Nuestras familias están emparentadas desde el siglo XVI, la réquetetátarabuela de Juan Carlos se le puso resbalosa a mi réquetetátaratío, en un baile de tronío que tuvo lugar en un Castillo a cuatro leguas de Madrid, edificación ya en ruinas, pero en terrenos nada desdeñables por su excelente ubicación, propiedad de la que me corresponde un 14%, de acuerdo con el documento sucesorial. De ese empate nació el primero de mis antecesores, por quien mi fluido sanguíneo tiene su viscosidad azulosa, en virtud de aquella rochelita de los ancestros en época pretérita. Pero nos hemos cuidado de no incurrir en la perniciosa promiscuidad internobiliaria, a fin de evitar la endogamia y sus terribles secuelas en cada nueva generación. Por eso rechacé a todas las princesas que vieron en mí a un buen partido, de origen noble y personalidad caribe, mas la posibilidad de que se reencontraran los cromosomas de aquellos dos réquetetátaraparientes me obligó a desdeñar muy apetitosas pretendientes de abolengo real (y con real).
Tampoco tendría sentido que les narrara la ceremonia del casamiento de Will and Kate, pues la profusión de cámaras, la transmisión en vivo y directo, convirtió a los espectadores en privilegiados. Por TV pudieron observar detalles que escapaban a nuestra vista, constreñidos como estábamos por el rígido protocolo inglés, a un ritual muy estricto adentro de aquella monumental iglesia. Distintos enfoques mostraron luego el recorrido de los recién casados en su hermoso carruaje y la caravana de limousinas, hasta que entramos a Buckingham, con cientos de miles de plebeyos disfrutando del colorido espectáculo y dando vítores a la pareja, a lo largo del trayecto desde Canterbury. Pero puedo compartir algo de gossip, de lo ocurrido donde la TV no pudo ingresar. Durante la sesión de fotos de las familias de los newly wed sucedió un incidente postdigestivo, por el cual me gané una mirada recriminatoria de the Queen Elizabeth II. Philip su cónyuge, sonriente me dijo “I’m sorry Edgárd (él siempre acentúa mal mi nombre), I know I should not eat karraouts, but I just love their exotic taste. Thanks for bringing them. By the way, I’d prefer to be wearing a leek leek like yours”. Las tremenduras de Harry fueron in crescendo desde la ceremonia eclesiástica, continuaron durante el almuerzo y se agudizaron en la fiesta nocturna que él organizó para su hermano y su cuñada, al punto de tener que llamarlo aparte y con bastante rigor ordenarle “¡empty your pockets and give me those weeds inmediately”!. Mucho me temo que si no lo disciplinan, Harry va a protagonizar un escándalo de dimensiones catastróficas, que va a dejar en pañales al tío que renunció al trono para casarse con una divorciada horrible, y poder fumarse ambos sus pitos, sin reclamos de familia o gobierno. Si, de ñapa, se empandilla con la Pippa y su brother (que tienen cara de fumar hasta pepa de aguacate rallada), el desastre llevará a la extinción a lo que queda de ese repele genético de los Tudor y los Stuard.
Nevertheless, sí hubo algo en la Iglesia que pasó desapercibido para la mayoría, asistentes y audiencia televisiva. Scotland Yard demostró que es uno de los mejores cuerpos policiales del planeta. Para garantizar la integridad del Príncipe William y su esposa, necesitaban dos escoltas lo más cerca posible de la pareja real (en todas partes se cuecen habas, y los idiotas que amenazan con un principicidio, también se dan en el Reino Unido), pusieron a su mejor hombre, fornido, alto, cinta negra en Kárate y la mejor puntería in short range, disfrazado de Monja, a metro y medio de Will y Kate, con otro colega suyo, más bajito of course, cubriendo el flanco derecho. ¡ Genial !
Todos los días, durante mi periplo de un mes fuera de Venezuela, me mantuve al tanto de lo que acontecía acá (BB y WiFi mediante), y debo finalizar este breve recuento, señalándole a los imbéciles que, con pésima ortografía y patética argumentación, cuestionaban el “injustificado derroche” que según ellos significó este magno evento de la Boda Real, que la Monarquía que aún subsiste en algunos países de Europa; Primero deriva de una muy antigua tradición, ya deslastrada de sus malas ejecutorias del remoto pasado, por lo que junto a otras valiosas tradiciones forma parte de lo que identifica a una porción bastante importante de esos pueblos. Segundo, genera un considerable ingreso por el interés de millones de turistas que visitan esos países donde sobrevive la Realeza, beneficiando a las Aerolíneas, los Hoteles, Posadas y Bed & breakfasts, las ventas de Souvenirs, los Restaurantes, y otros sectores de la Economía que se ven favorecidos por el flujo constante de viajeros (aumentado en ocasión de un evento extraordinario como este). Y tercero, el más difícil de entender para los obtusos que cuestionan desde la óptica del estalinismo: Nadie es obligado a formar parte de la muchedumbre que se coloca a las afueras de la Iglesia y del Palacio, o a lo largo del trayecto, mucho menos se les exige que finjan el alborozo que demuestran al paso de los carruajes, los vistosos uniformes, los bellos caballos, las lujosas limousinas, ni se le ocurriría jamás a la Reina o al Primer Ministro encadenar a todas las emisoras de Radio y TV para que obligatoriamente transmitieran el evento, durante el cual no hubo insultos, ni amenazas de pulverizar a los que no apoyen a la Monarquía o al Gobierno. En el Reino Unido, tanto los que apoyan que prosiga la escenografía monárquica (el Gobierno lo ejercen otros, capaces y responsables), como los que exigen su erradicación (se les respetan sus ideas, no hay pretensión de imponer un pensamiento único), disfrutan de excelentes servicios, sin frecuentes apagones, el agua es Potable, llega siempre y suficiente, para alimentarse NO dependen de importaciones ni permiten que la comida se pudra, NO temen que la Inseguridad envíe a 17.000 compatriotas al cementerio, por violencia criminal, cada año y, muy esencial, sus Instituciones funcionan.
Porque son parte de la tradición, son apoyados por la mayoría y le convienen a todos, la familia real recibe una asignación anual, pero ellos también saben administrar sus propiedades y sus capitales, hacen buenas inversiones y pagan parte de los gastos que eventos como este ocasionan. Por cada Libra Esterlina que Monarquía y Gobierno invirtieron en esa celebración, ingresaron tres libras esterlinas, de modo que fue un buen negocio, Win-Win. Tan diferente del saldo que puede mostrar un régimen al que correspondió administrar UN BILLÓN DE DÓLARES EN DOCE AÑOS, y no existe un solo Hospital, una sola Escuela, un solo Liceo, una sola Universidad, una sola Institución o Empresa del Estado venezolano que pueda equipararse con sus similares en los países de Europa donde sobreviven de manera elegante y útil las Monarquías verdaderas, antípodas de esta anacrónica, destructiva y resentida autocracia militar, rodeada de Lumpen parasitario por todas partes. Con toda seguridad, ni la Reina ni el Primer Ministro, frente a una marcha multitudinaria de repudio hacia ellos, ordenarían un Plan Ávila o una masacre, con partidarios suyos disparando desde los espacios bajo control del Estado. Tampoco han tenido que llegar al extremo vergonzoso de albergar cientos de damnificados en Buckingham Palace o el 10 de Downing Street, porque por allá construyen con regularidad y eficacia las viviendas (no Maquetas) que hagan falta, sin invasiones, ni demagogia ni populismo. ¡ Misión Glamour y Túquiti !